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Tenerife insular y universal

El Teide convierte la insularidad de Tenerife en universalidad ya que su silueta no solo se aprecia desde otras Islas Canarias, sino que da testimonio vivo de que en el archipiélago se puede casi tocar el cielo con las yemas de los dedos. En este caso desde sus 3.718 metros de altitud, que lo convierten en el pico más alto de España. Además, a su sombra viven municipios como Santiago del Teide y La Orotava, entornos perfectos para contemplarlo y ascender hasta su cumbre, desde donde se puede vivir una de las experiencias más excitantes e inspiradoras para el ser humano: el amanecer. Este momento de resurgimiento desde la oscuridad es excepcional desde cualquier punto del planeta pero vivirlo en lo alto de una isla, muy por encima de todo lo que se conoce, tras una ascención y la noche de espera en medio de la naturaleza para contemplarlo, desde el silencio y ante la majestuosidad de las mareas…esta es otra experiencia. Este momento en el Parque Nacional de El Teide, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, parece sacado de la exposición surrealista que Óscar Domínguez y los otros artistas internacionales de este movimiento, como André Breton, realizaron en la isla en 1935, y de la que se acaba de cumplir el ochenta aniversario. Porque, bien mirado, también los sueños que se tienen despiertos se recuerdan, crean arte y se llaman arte.

Así es esta isla, que alberga una de las dos capitales de la comunidad autónoma canaria, Santa Cruz de Tenerife, puente y arco iris internacional metropolitano de arquitectura colonial y contemporánea, cuyo máximo exponente es el Auditorio. Conocida también por su Carnaval, se trata de una de las ciudades más pobladas del archipiélago, junto San Cristóbal de La Laguna. En esta última, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, conviven presente, pasado y futuro en el devenir de los estudiantes de la universidad y el día a día de los tinerfeños. Ambos escuchan el taconeo de sus pasos por calles empedradas mientras suenan las campanas de la catedral, inaugurada en 1915 y cuyo proyecto de rehabilitación ha dado la vuelta al mundo, convirtiéndose en modelo para arquitectos europeos y estadounidenses.

Los espacios naturales tan dispares como la zona costera de La Caleta, en Adeje, para el avistamiento de aves naturales o protegidas,  y Las Palomas, en Santa Úrsula y La Victoria, para caminar dentro del paisaje protegido de Las Lagunetas, con pinar de fayal-brezal y laurisilva, ofrecen una muestra de cómo la conservación del territorio no afecta al disfrute de los habitantes y visitantes. Además, gracias a ello, Tenerife ha acogido en los últimos años multitud de rodajes internacionales de cine, precisamente por la combinación en una misma isla de la zona metropolitana con una gran extensión de paisajes rurales con destacados valores medioambientales.

La isla cuenta con 31 municios, entre ellos el Puerto de la Cruz, cuna del turismo insular y canario, e Icod de Los Vinos, donde se encuentra el drago milenario que atrae a miles de visitantes solo para ver cómo el tiempo se abraza a sus raíces y se refleja en la solidez de su tronco. También La Matanza de Acentejo y la Victoria de Acentejo son dos localidades tinerfeñas, la una costera y la otra agrícola, que además deben su nombre a época de la conquista de la isla por los castellanos cuando, allá por 1494, sus aborígenes, denominados guanches, se convirtieron en los más difíciles de agregar a la corona española. Entonces se creó la leyenda que aún pervive en sus riscos y barrancos.

Vilaflor, Tacoronte o San Miguel de Abona son otros municipios tinerfeños donde la gastromonía y los rincones entrañables para el hospedaje permiten al visitante agregar esta isla a los lugares con encanto rural que, por contraste con las playas y las zonas costeras, la convierten en parte de un sueño hecho realidad en medio del atlántico. Además, la Playa Chica. en el Médano, en Granadilla de Abona o la de Almaciga, en la zona de Taganana, en Santa Cruz de Tenerife, ideal para los amantes del surf y la naturaleza, permiten la combinación de montaña y mar de un mismo viaje.

Tenerife posee casi una decena de museos con los que satisfacer y completar un recorrido que, según sea el gusto, renueva el cuerpo y el espítitu desde el ocio activo o el disfrute de la naturaleza, pasando por la estimulación intelectual y el aprendizaje. Así, en la isla es posible conocer historia, antropología, artesanía iberoamericana, arte contemporáneo, ciencia o bellas artes, pero sobre todo hacer un viaje dentro de un viaje para regresar al puerto de origen, al amanecer de nuestra existencia como se contempla desde el Pico del Teide: primero desde el silencio y el frío y despues, poco a poco, desde el calor que traen la luz, el descanso y la diversión de la música c0n la que se despierta la vida.