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Tenerife

Santiago del Teide, variedad paisajística tinerfeña

Acantilados y vistas privilegiadas de Tenerife y La Gomera

Al oeste de la isla de Tenerife se localiza el municipio de Santiago del Teide. Destaca en este bello rincón canario una espectacular orografía. Comprende variadas altitudes, desde la acantilada línea de costa hasta una altura máxima de 2.674 metros en el Cerro de las Chajoras. El principal de sus 9 núcleos de población, y que le da nombre, se encuentra a la inusual altura, para una localidad tan cercana a la costa, de 930 metros sobre el nivel del mar.

La división territorial de la isla de Tenerife en 31 municipios reparte los 342 km del perímetro isleño entre estas entidades locales. Solo 3 municipios de los 31 no disponen de un límite marítimo para la superficie que ocupan. A 76 kilómetros de la capital, en Santa Cruz de Tenerife, Santiago del Teide ocupa escasamente 11 km en este reparto del litoral.

La costa cumple en estas entidades locales las funciones de abastecimiento de recursos naturales y comunicaciones esenciales para su vida económica. El turismo de sol y playa ha renovado e impulsado este valor otorgado por la geografía. En Santiago del Teide, además, pueden disfrutarse espacios marítimos de especial singularidad y belleza como puede ser la playa de los Gigantes.

La geografía y las divisiones de los primeros pobladores guanches vigentes en el siglo XV explican muchas de las demarcaciones actuales. Para Santiago del Teide por su excelente posición y altitud cuenta con vistas únicas de la isla de Tenerife y la vecina isla de La Gomera.

En una reducida superficie de 56 km cuadrados agrupa una colección muy completa de parques y espacios naturales protegidos. El Parque Nacional del Teide es una de las vistas inolvidables al que llevan los caminos y accesos desde Santiago del Teide. También hay que citar el Parque Rural de Teno, el Parque de Laseras y la Reserva Natural Especial del Chinyero.

Están señalizados rutas y senderos que permiten contemplar lugares de especial belleza que ofrecen una perspectiva única de la isla de Tenerife. Destaca especialmente el que comienza en Roque de Arguayo hasta la población de Santiago del Teide. Esta ruta también conocida como camino real retrotrae al viajero a los primeros pobladores guanches que lo transitaron.

Santiago del Teide encierra una sinopsis de la geografía y la historia de la isla de Tenerife. Desde la maravillosa Playa de la Arena o desde el acantilado de los Gigantes hasta las inmediaciones del Teide el municipio mantiene un testimonio en edificaciones, museos y manifestaciones culturales que conforman la memoria de la isla.

Instalaciones turísticas bien dimensionadas y variadas

La isla de Tenerife aporta al turismo canario la isla de mayor superficie y población. Además dispone de modélicas instalaciones en grandes infraestructuras hoteleras. Allí se atienden anualmente a millones de visitantes internacionales con gran repercusión en touroperadores ingleses y alemanes.

La variedad paisajística tinerfeña se ve fortalecida en Santiago del Teide por una oferta única de lugares de interés para cuyo disfrute puede elegirse entre varias opciones. Bien tomando alojamiento en hoteles a pie de playa o en casonas históricas perfectamente habilitadas para la función hotelera. En todos los casos cumplen con los requerimientos más exigentes del dinámico sector turístico.

La tranquilidad de una pequeña población isleña favorece la satisfacción en las experiencias conducentes a conocer un destino turístico muy demandado. El ambiente hospitalario y acogedor dado por la escala humana de núcleos de población históricos permite una nueva perspectiva de cualquier actividad deportiva, cultural o recreativa. También ofrece una mayor cercanía con la historia y las tradiciones tinerfeñas.

Las fiestas, gastronomía y la vida cotidiana sociedad local se expresan en Santiago del Teide con una fuerza especial que atrapa al viajero con imborrables impresiones y recuerdos.Tenerife tiene en este municipio costero y de elevado perfil orográfico uno de sus destinos más emblemáticos.

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Fuerteventura

Betancuria, un libro abierto de historia y luz sobre un paisaje irrepetible, austero y esencial

Betancuria fue la primera población de origen europeo llegada a Fuerteventura a comienzos del siglo XV. Esta adelantada empresa obedeció a una carrera desenfrenada que diversos reinos del occidente cristiano tomaron por la exploración marítima en general y que tenían por alcanzar con seguridad la costa africana como objetivo inmediato.

La consecuencia inmediata fue que en años posteriores se convertiría en la capital de la isla hasta 1834. Allí encontrarían, en ese tiempo, asiento las instituciones políticas, militares y religiosas resultado de la unión de los destinos de canarias con los demás reinos peninsulares.

Este pasado histórico ha dejado una huella la organización urbana de la villa que le aporta gran riqueza en arquitectura tradicional, edificaciones nobles, museos, iglesias, conventos y ermitas. Destacan especialmente estos últimos por haber sido cabecera del antiguo obispado de Fuerteventura que comprendía a las demás islas Canarias excepto a Lanzarote.

Estratégicamente situada al oeste de la parte central de la isla deja distancia de unos 50 kilómetros el extremo norte y otros tantos el extremo sur. En dirección transversal de la isla se comunican en menos de 25 kilómetros los bordes de costa más occidentales y orientales de la isla.

El municipio de Betancuria es el más pequeño en superficie de los 6 en los que se divide la isla de Fuerteventura. Sin embargo la extensión aproximada de 1660 kilómetros cuadrados en total que tiene la isla aseguran una cantidad de kilómetros cuadrados considerable si se compara con la mayoría de la municipios de otras islas de Canarias.

Un destino ideal para interpretar, sentir y vivir Fuerteventura

El escaso número de residentes es otro dato significativo que en confluencia con lo dicho anteriormente arroja una densidad de población muy baja. Esta característica definitoria del entorno geográfico otorga un protagonismo especial al incomparable paisaje de Fuerteventura.

El visitante de Betancuria puede sentir el ritmo natural expresado en la forma de vida de los primeros habitantes de la isla. Los museos, la rica artesanía y las manifestaciones culturales de la población local impregnan la vida cotidiana de esta villa tranquila que ha dejado una huella profunda en la historia.

La gastronomía local cuenta con contribuciones propias como es el queso majorero aportadas al original, y mal conocido, acervo culinario canario. Las fiestas populares y romerías son la ocasión perfecta para prestar atención a estos sabores que reproducen una sabiduría ancestral por realzar las virtudes naturales.

La Iglesia Conventual de San Buenaventura, la Iglesia de Santa María de Betancuria, la Ermita de San Diego, la Ermita de Nuestra Señora de la Peña o la Ermita de Santa Inés serán algunas de las paradas obligadas que conforman los elementos más significados del patrimonio histórico artístico de la localidad y mismo de toda Canarias.

Para una mejor interpretación de los valores culturales acumulados en Betancuria se pueden visitar el Museo Arqueológico de Betancuria y el Museo de arte Sacro. Estas creaciones seguro que transmiten los valores que acompañan vida social de esta localidad majorera.

Es la misma vida que se alimenta de la luz reflejada en los paisajes inolvidables que pueden disfrutarse desde algunos de sus miradores como el de Morro Velosa o Guise y Ayose. Las pequeñas manchas de vida vegetal destacan sobre un fondo pétreo y desnudo de color ferroso, matiz de que rememora, como en pocos sitios, los orígenes volcánicos del planeta.

Betancuria es un libro abierto de historia y la luz sobre un paisaje irrepetible, austero y esencial ponen al visitante en condiciones para desconectar del ritmo vertiginoso de nuestro tiempo.

La experiencia más común es sentirse acompañado con una conexión profunda con un entorno inmaculado que replica las mejores estampas de los primeros días de la vida sobre la tierra.