¿Qué color tiene el viento en Lanzarote? César Manrique lo comprendió y decidió unir fuerzas con los conejeros para que la isla entera se convirtiera en una obra de arte a través del blanco y el verde. Porque en una isla con todos los demás elementos, fuego en sus volcanes, agua en La cueva de los verdes y en el mar, tierra en todos sus paisajes y aire este último solo podía contener la luz para atraparla, para hacerlo sentir en la mirada mientras la brisa besa las mejillas. Esa brisa recibe al visitante nada más bajar del avión o llegar en el barco. A veces intensa, a veces suave pero acompañada, tras asimilarlo en sus construcciones, de muros de luz y ventanas de verdes bajo el cielo azul, como si se hubiera llegado a un cuadro y el corazón aún latiera en el pecho. El Cabildo de Lanzarote ha acordado solicitar al Ministerio de Fomento el cambio de denominación del aeródromo insular para que pase a ser conocido como Aeropuerto César Manrique-Lanzarote. Con esta iniciativa, los conejeros no solo reconocen el amor que este artista tenía por su tierra sino que hacen del respeto a la belleza y a la naturaleza que él predicaba un santo y seña para el visitante que la elija como destino vacacional.
«Tratándose de un posible deterioro de Lanzarote, proceda de donde proceda, no me caso ni con mi madre». César Manrique. *
Cuando el visitante llega a Lanzarote recibe el saludo del viento, que besa las mejillas para anunciar que esta isla es el resultado de la mágica combinación de los elementos. El fuego de sus volcanes, la arena dorada de sus playas, el agua como tesoro natural escondido en sus jameos y el viento que viaja a todos los rincones como acompañante. De su paisaje y de la mirada del artista nacen las construcciones inspiradas por el sueño de César Manrique, que la concibió como una de sus pinturas, embelesado por su hechizo, con el que contagió a sus habitantes para homogeneizar las fachadas para tratar de construir un modelo de infraestructura turística basada en una simbiosis humana-naturaleza. Las casas de paredes blancas y remates verdes en puertas y ventanas constituyen un legado espectacular del arte en la vida cotidiana. Un milagro posible porque en Lanzarote nada es convencional; ni su clima ni sus paisajes ni sus gentes y mucho menos sus artistas.
«Todos los objetivos del ojo son diferentes, pero lo importante es ser visto, ser contemplado. Hay una intencionalidad en el entorno, como una provocación narcisista». César Manrique. *
Así, el recorrido hasta sus playas permite al visitante descubrir parajes de arena blanca con extensiones de costa para detener al tiempo. Gracias al arrullo del mar y las corrientes abiertas al océano atlántico pronto se comprende que el sol caliente y el agua fresca dulcifican la mirada hasta el punto de que el corazón termina recordando la belleza, porque está en todo lo que rodea y respira. Y la belleza es la que se lleva en sus retinas cuando la calma se apodera de las horas del día y deja paso a lo que de verdad se quiere, y que está más vivo en Lanzarote.
«El arte se tiene que desarrollar en el ámbito en el que uno vive, con el conocimiento y el olfato de todas sus posibilidades, reorganizando cambios del propio medio en su misma longitud de onda». César Manrique. *
La isla está reconocida como Reserva Mundial de la Biosfera y posee una docena de espacios protegidos, y monumentos históricos como el Castillo de San José, sede del Museo Internacional de Arte Contemporáneo (MIAC); construido entre 1759 y 1788, durante el reinado de Carlos III, para proteger sus costas de la piratería musulmana. De entre todos sus tesoros, el más impresionante por extensión y por el desconcierto que genera es el Parque Natural de Timanfaya. Sus kilómetros de cráteres volcánicos, mares de ceniza rojizos, ocres, negros, naranjas y pardos sobre el cielo azul o bajo la noche estrellada permanecen en silencio absoluto para contar que un día, en ese lugar, en 1730, 1736 y 1824 se abrió la tierra. Y es esa lava callada de venas abiertas el testimonio que ayuda a comprender cómo se hacen las cosas en la naturaleza y la fuerza con la que sus obras resisten al paso de los siglos.
«La conciencia del milagro de la vida y su brevedad me han hecho ver claramente que el sentimiento trágico de nuestra existencia nos empobrece». César Manrique. *
Además, Lanzarote es puerta de entrada para acceder a La Graciosa y el Archipiélago Chinijo a través del Puerto de Órzola, en el municipio de Haría, con paisajes y playas vírgenes ideales para las actividades náuticas deportivas y para degustar pescado fresco, recién salido del mar.
«Hay un fenómeno que tenemos la obligación de difundir, que es, sencillamente, enseñar a ver». César Manrique. *
Ese aroma tradicional del faenar es el que César Manrique quería trasmitir con la pintura en puertas y fachadas de la isla, porque homogeneizarlas era para él mucho más que un concepto estético. Se trataba de reflejar la vida y el carácter de quienes viven allí; porque los colores del viento están en las sonrisas a pesar de las horas de trabajo al sol, bajo la luz blanca y cegadora del día que, como dice una canción típica conejera, pone la piel morena de las campesinas si se quitan el sombrero.
Así nace el verde también, por el sueño bajo el cielo despejado en un lugar con un manto natural de vegetación como las aulagas, que corren y recorren sus tierras gracias al impulso del viento.
«Lo importante es la mera atracción emocional de lo que se encuentra frente a uno mismo y la frescura de su solución: el poder de comunicar en ese espacio de la mirada». César Manrique *
*César Manrique. En sus palabras. Selección e introducción de Fernando Gómez Aguilera. Editado por la Fundación César Manrique.