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La Gomera

La Gomera: un viaje de leyendas

Había una vez una princesa que se llamaba Gara y un príncipe, Jonay, y la leyenda de su amor queda suspendida en la laurisilva milenaria de La Gomera, en el parque nacional que lleva sus nombres: Garajonay. Al caminar por él se comprende que no hay distancia imposible de recorrer si la fuerza y el deseo de encontrarse es tan fuerte como para subir montañas, cruzar océanos y atravesar barrancos, estrechos y profundos, como los que cada uno lleva por dentro. Él reinaba en Tenerife, ella era la heredera de su pueblo gomero, pero sus familias no estaban de acuerdo con aquella unión; de modo que no les quedó otra opción que buscarse para huir y morir juntos, así que Jonay llegó nadando hasta ella. Así, esta isla canaria en medio del atlántico, unida por tierra y por aire en el siglo XXI, guarda el secreto de dos amantes en cada uno de sus paisajes y el senderismo que se practica en ella es un homenaje a la superación personal y a la perseverancia.

También llamados  caminos reales o caminos de herradura, La Gomera, declarada por la Unesco Reserva de la Biosfera, está surcada por kilómetros de estrechos y profundos barrancos, escarpadas y agrestes montañas que han sido utilizados por los lugareños hasta mediados del siglo pasado en sus desplazamientos. Esta era la forma habitual en la que se trasladaban las mercancías, en la que se realizaban las comunicaciones en una isla realmente difícil de transitar dada su orografía. Sin embargo, y precisamente porque son una joya que ha pervivido con el paso del tiempo, en la actualidad están considerados como un tesoro para los amantes del senderismo y del ocio activo.  La Red Europea de Senderos se ha materializado en el Archipiélago canario a través de la señalización y homologación de los caminos naturales de las Islas, realizada a través del programa del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. En el caso de La Gomera, esta señalización está promovida por el Cabildo Insular. Así es que desde la península, siguiendo la ruta, se pueden cruzar las islas por rutas que se inician en la costa y se adentran hacia el interior para finalizar, de nuevo, en otro punto localizado a nivel del mar. La Gomera ha señalizado más de 40 kilómetros correspondientes al GR 131 o Camino Cumbres de La Gomera, desde San Sebastián de La Gomera a Playa de Vallehermoso, y al GR 131.1 hasta Fortaleza, donde se encuentra uno de los puntos arqueológicos más importantes de la isla.

El amor de Gara y Jonay y la tragedia que los acompañó en la época de los aborígenes de esta isla es, sin embargo, el comienzo del cambio hacia la civilización para todos sus habitantes. Poco después de que aquellos que hoy respiran en la vegetación a la que pertenecen para siempre, llegaron los castellanos para su conquista. Así es que cuando el viajero llega a su capital hoy día, San Sebastián de La Gomera, se encuentra con el monumento que testimonia cómo aquellas tierras se convirtieron en el siglo XV en la colonia próspera del Imperio español de ultramar. De ella partió Cristóbal Colón hacia la conquista de América en 1492 y La Torre del Conde, levantada por Hernán Peraza el Viejo en torno a 1450, fortificación que se conserva en la actualidad como museo  arqueológico y etnográfico,  se erigió en su momento para la defensa del territorio contra los propios aborígenes, que años después de la adhesión a la corona continuaban luchando por su independencia.

Las particularidades de esta isla se puede comprobar también en el silbo gomero, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, ya que reproduce con silbidos la lengua hablada por los isleños: el español. No hay experiencia comparable a la conversación que mantienen dos personas desde puntos extremos de la orografía, comunicación perfecta que llega a los oídos como un canto suave que trae el viento a través de las montañas, llegando incluso hasta las calas cristalinas pero de fondos volcánicos que bañan sus costas. De hecho, es el único lenguaje silbado del mundo plenamente desarrollado y practicado por una comunidad numerosa; hasta el punto de que se enseña por maestros en las escuelas de la isla. Tal vez esconde el secreto del paso del tiempo, así como lo esconde El Bosque del Cedro, declarado Patrimonio de la Humanidad, o sus fondos marinos y la calidez de sus gentes; que miman y protegen un tesoro que pisan a diario con la misma fuerza y vitalidad de su princesa Gara, que no dudó sacrificar su vida por aquello en lo que creía, convirtiendo su historia, y con ella a la isla, en leyenda.

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Lanzarote

Lanzarote: la paleta de los colores del viento

¿Qué color tiene el viento en Lanzarote? César Manrique lo comprendió y decidió unir fuerzas con los conejeros para que la isla entera se convirtiera en una obra de arte a través del blanco y el verde. Porque en una isla con todos los demás elementos, fuego en sus volcanes, agua en La cueva de los verdes y en el mar, tierra en todos sus paisajes y aire este último solo podía contener la luz para atraparla, para hacerlo sentir en la mirada mientras la brisa besa las mejillas. Esa brisa recibe al visitante nada más bajar del avión o llegar en el barco. A veces intensa, a veces suave pero acompañada, tras asimilarlo en sus construcciones, de muros de luz y ventanas de verdes bajo el cielo azul, como si se hubiera llegado a un cuadro y el corazón aún latiera en el pecho. El Cabildo de Lanzarote ha acordado  solicitar al Ministerio de Fomento el cambio de denominación del aeródromo insular para que pase a ser conocido como Aeropuerto César Manrique-Lanzarote. Con esta iniciativa, los conejeros no solo reconocen el amor que este artista tenía por  su tierra sino que hacen del respeto a la belleza y a la naturaleza que él predicaba un santo y seña para el visitante que la elija como destino vacacional.

«Tratándose de un posible deterioro de Lanzarote, proceda de donde proceda, no me caso ni con mi madre». César Manrique. *

Cuando el visitante llega a Lanzarote recibe el saludo del viento, que besa las mejillas para anunciar que esta isla es el resultado de la mágica combinación de los elementos. El fuego de sus volcanes, la arena dorada de sus playas, el agua como tesoro natural escondido en sus jameos y el viento que viaja a todos los rincones como acompañante. De su paisaje y de la mirada del artista nacen las construcciones inspiradas por el sueño de César Manrique, que la concibió como una de sus pinturas, embelesado por su hechizo, con el que contagió a sus habitantes para homogeneizar las fachadas para tratar de construir un modelo de infraestructura turística basada en una simbiosis humana-naturaleza. Las casas de paredes blancas y remates verdes en puertas y ventanas constituyen un legado espectacular del arte en la vida cotidiana. Un milagro posible porque en Lanzarote nada es convencional; ni su clima ni sus paisajes ni sus gentes y mucho menos sus artistas.

«Todos los objetivos del ojo son diferentes, pero lo importante es ser visto, ser contemplado. Hay una intencionalidad en el entorno, como una provocación narcisista». César Manrique. *

Así, el recorrido hasta sus playas permite al visitante descubrir parajes de arena blanca con extensiones de costa para detener al tiempo. Gracias al arrullo del mar y las corrientes abiertas al océano atlántico pronto se comprende que el sol caliente y el agua fresca dulcifican la mirada hasta el punto de que el corazón termina recordando la belleza, porque está en todo lo que rodea y respira. Y la belleza es la que se lleva en sus retinas cuando la calma se apodera de las horas del día y deja paso a lo que de verdad se quiere, y que está más vivo en Lanzarote.

«El arte se tiene que desarrollar en el ámbito en el que uno vive, con el conocimiento y el olfato de todas sus posibilidades, reorganizando cambios del propio medio en su misma longitud de onda». César Manrique. *

La isla está reconocida como Reserva Mundial de la Biosfera y posee una docena de espacios protegidos, y monumentos históricos como el Castillo de San José, sede del Museo Internacional de Arte Contemporáneo (MIAC); construido entre  1759 y 1788, durante el reinado de Carlos III, para proteger sus costas de la piratería musulmana. De entre todos sus tesoros, el más impresionante por extensión y por el desconcierto que genera es el Parque Natural de Timanfaya. Sus kilómetros de cráteres volcánicos, mares de ceniza rojizos, ocres, negros, naranjas y pardos sobre el cielo azul o bajo la noche estrellada permanecen en silencio absoluto para contar que un día, en ese lugar, en 1730, 1736 y 1824 se abrió la tierra. Y es esa lava callada de venas abiertas el testimonio que ayuda a comprender cómo se hacen las cosas en la naturaleza y la fuerza con la que sus obras resisten al paso de los siglos.

«La conciencia del milagro de la vida y su brevedad me han hecho ver claramente que el sentimiento trágico de nuestra existencia nos empobrece». César Manrique. *

Además, Lanzarote es puerta de entrada para acceder a La Graciosa y el Archipiélago Chinijo a través del Puerto de Órzola, en el municipio de Haría, con paisajes y playas vírgenes ideales para las actividades náuticas deportivas y para degustar pescado fresco, recién salido del mar.

«Hay un fenómeno que tenemos la obligación de difundir, que es, sencillamente, enseñar a ver». César Manrique. *

Ese aroma tradicional del faenar es el que César Manrique quería trasmitir con la pintura en puertas y fachadas de la isla, porque homogeneizarlas era para él mucho más que un concepto estético. Se trataba de reflejar la vida y el carácter de quienes viven allí; porque los colores del viento están en las sonrisas a pesar de las horas de trabajo al sol, bajo la luz blanca y cegadora del día que, como dice una canción típica conejera, pone la piel morena de las campesinas si se quitan el sombrero.

Así nace el verde también, por el sueño bajo el cielo despejado en un lugar con un manto natural de vegetación como las aulagas, que corren y recorren sus tierras gracias al impulso del viento.

«Lo importante es la mera atracción emocional de lo que se encuentra frente a uno mismo y la frescura de su solución: el poder de comunicar en ese espacio de la mirada». César Manrique *

*César Manrique. En sus palabras. Selección e introducción de Fernando Gómez Aguilera. Editado por la Fundación César Manrique.

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Tenerife

Tenerife insular y universal

El Teide convierte la insularidad de Tenerife en universalidad ya que su silueta no solo se aprecia desde otras Islas Canarias, sino que da testimonio vivo de que en el archipiélago se puede casi tocar el cielo con las yemas de los dedos. En este caso desde sus 3.718 metros de altitud, que lo convierten en el pico más alto de España. Además, a su sombra viven municipios como Santiago del Teide y La Orotava, entornos perfectos para contemplarlo y ascender hasta su cumbre, desde donde se puede vivir una de las experiencias más excitantes e inspiradoras para el ser humano: el amanecer. Este momento de resurgimiento desde la oscuridad es excepcional desde cualquier punto del planeta pero vivirlo en lo alto de una isla, muy por encima de todo lo que se conoce, tras una ascención y la noche de espera en medio de la naturaleza para contemplarlo, desde el silencio y ante la majestuosidad de las mareas…esta es otra experiencia. Este momento en el Parque Nacional de El Teide, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, parece sacado de la exposición surrealista que Óscar Domínguez y los otros artistas internacionales de este movimiento, como André Breton, realizaron en la isla en 1935, y de la que se acaba de cumplir el ochenta aniversario. Porque, bien mirado, también los sueños que se tienen despiertos se recuerdan, crean arte y se llaman arte.

Así es esta isla, que alberga una de las dos capitales de la comunidad autónoma canaria, Santa Cruz de Tenerife, puente y arco iris internacional metropolitano de arquitectura colonial y contemporánea, cuyo máximo exponente es el Auditorio. Conocida también por su Carnaval, se trata de una de las ciudades más pobladas del archipiélago, junto San Cristóbal de La Laguna. En esta última, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, conviven presente, pasado y futuro en el devenir de los estudiantes de la universidad y el día a día de los tinerfeños. Ambos escuchan el taconeo de sus pasos por calles empedradas mientras suenan las campanas de la catedral, inaugurada en 1915 y cuyo proyecto de rehabilitación ha dado la vuelta al mundo, convirtiéndose en modelo para arquitectos europeos y estadounidenses.

Los espacios naturales tan dispares como la zona costera de La Caleta, en Adeje, para el avistamiento de aves naturales o protegidas,  y Las Palomas, en Santa Úrsula y La Victoria, para caminar dentro del paisaje protegido de Las Lagunetas, con pinar de fayal-brezal y laurisilva, ofrecen una muestra de cómo la conservación del territorio no afecta al disfrute de los habitantes y visitantes. Además, gracias a ello, Tenerife ha acogido en los últimos años multitud de rodajes internacionales de cine, precisamente por la combinación en una misma isla de la zona metropolitana con una gran extensión de paisajes rurales con destacados valores medioambientales.

La isla cuenta con 31 municios, entre ellos el Puerto de la Cruz, cuna del turismo insular y canario, e Icod de Los Vinos, donde se encuentra el drago milenario que atrae a miles de visitantes solo para ver cómo el tiempo se abraza a sus raíces y se refleja en la solidez de su tronco. También La Matanza de Acentejo y la Victoria de Acentejo son dos localidades tinerfeñas, la una costera y la otra agrícola, que además deben su nombre a época de la conquista de la isla por los castellanos cuando, allá por 1494, sus aborígenes, denominados guanches, se convirtieron en los más difíciles de agregar a la corona española. Entonces se creó la leyenda que aún pervive en sus riscos y barrancos.

Vilaflor, Tacoronte o San Miguel de Abona son otros municipios tinerfeños donde la gastromonía y los rincones entrañables para el hospedaje permiten al visitante agregar esta isla a los lugares con encanto rural que, por contraste con las playas y las zonas costeras, la convierten en parte de un sueño hecho realidad en medio del atlántico. Además, la Playa Chica. en el Médano, en Granadilla de Abona o la de Almaciga, en la zona de Taganana, en Santa Cruz de Tenerife, ideal para los amantes del surf y la naturaleza, permiten la combinación de montaña y mar de un mismo viaje.

Tenerife posee casi una decena de museos con los que satisfacer y completar un recorrido que, según sea el gusto, renueva el cuerpo y el espítitu desde el ocio activo o el disfrute de la naturaleza, pasando por la estimulación intelectual y el aprendizaje. Así, en la isla es posible conocer historia, antropología, artesanía iberoamericana, arte contemporáneo, ciencia o bellas artes, pero sobre todo hacer un viaje dentro de un viaje para regresar al puerto de origen, al amanecer de nuestra existencia como se contempla desde el Pico del Teide: primero desde el silencio y el frío y despues, poco a poco, desde el calor que traen la luz, el descanso y la diversión de la música c0n la que se despierta la vida.

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Fuerteventura

Fuerteventura y el arte de dejarse llevar

Las montañas cosidas de Fuerteventura impresionan desde la primera vez que el visitante se las queda mirando al transitar por las carreteras de la isla de una playa a otra, de un núcleo urbano a otro, de un pensamiento a otro y de un latido del corazón a otro. Finalmente, queda atrapado por la fuerza de su desnudez, que lo conducen hacia ese otro mundo que se llama vacaciones. La preciosidad inesperada, como llamó a este sentimiento el escritor Miguel de Unamuno al vivir en ella de 1924 a 1936, roba una sonrisa al que la está mirando, como hace la verdadera belleza. Por eso establecer una lista de las mejores cosas que hacer en la más oriental de las Islas Canarias tiene poco sentido, de modo que lo más aconsejable es dejarse sorprender por un territorio antiguo, erosionado, arrebatado pero tan vivo que ve cada año ascender su población como lugar de residencia para habitantes de todo el mundo. Ellos responden a la llamada de una jornada laboral que puede terminar sobre la arena blanca, casi plateada, con un baño de mar resucitador gracias a su clima templado y cálido, alejados del mundo pero unidos a él con lo mejor que se le puede ofrecer: serenidad.

Fuerteventura acoge cada mes de noviembre el Womad. El Festival del Mundo, un evento multicultural que en esta edición de 2016 ha reunido a más de  35.000 personas en la playa de Gran Tarajal, Tuineje. El espectáculo, que pretende dar a conocer y unir a todas las nacionalidades a través de la música, es uno de los seis que se celebran en todo el planeta; por lo que se trata de un evento que atrae a miles de visitantes, que se mezclan con los majoreros bailando sobre la arena gracias a los ritmos étnicos que suenan durante todo el fin de semana.

Se trata de una isla declarada Reserva de la Biosfera y Reserva Starlight para todo el territorio insular. Además, posee una extensa superficie protegida donde descubrir monumentos y parques naturales con una gran variedad de plantas y fauna autóctona de gran valor. De hecho, está reconocida por la Unión Geológica Internacional como uno de los 150 lugares de mayor interés en este campo. Esto es que se puede disfrutar de un baño en playas fosilizadas de hace cinco millones de años, formadas por millones de fragmentos de organismos marinos que llegaron a la costa desde los fondos oceánicos gracias al arrastre de la corriente. Así se formaron las dunas de Corralejo y Jandía, por ejemplo, de ahí su color, casi blanco y su textura fina, prácticamente un tesoro al alcance de la piel.

Además, Fuerteventura posee también una larga historia vulcanológica, la que le ha dado el aspecto dado que se trata de una isla de origen volcánico, como el resto de las del archipiélago, con la particularidad de ser esta la más antigua de todas. De ahí sus montañas cosidas, erosionadas por el viento, muchas de las cuales se han convertido en kilómetros y kilómetros de playas de arena virgen. Por ellas, además de un paraíso para los amantes del sol, la isla es conocida como el lugar ideal para la práctica de deportes náuticos y de ocio activo en las costas. De hecho, se celebran pruebas del campeonato mundial de Kitesurfing y Windsurfing  en Jandía y este 2016 el cabildo insular ha impulsado el I Fuerteventura Surf Festival en el municipio de La Oliva.

Raro es que tras la práctica de estas actividades náuticas no se despierte el apetito y que el estómago del visitante no se sienta atraído por su gastronomía, que combina la tradición del queso mejorero, conocido y premiado en todo el mundo, con el de los platos preparados con su peculiar aceite y acompañados de un buen vino con denominación de origen de Fuerteventura. Precisamente para paladares finos, esta última edición de la feria insular del libro de la isla unió el placer de la lectura con el de la comida.

Así es que de norte a sur y de este a oeste, Fuerteventura permite al visitante dejarse llevar por sus paisajes y su ritmo suave, de costa a costa y de núcleo urbano o natural, ya que posee una extensa red de alojamientos rurales para aquellos que deseen conocer de cerca el campo majorero. Así pues, en esta isla se puede aprender a dejarse llevar por la preciosidad inesperada, algo muy útil en todas las facetas de la vida porque ayuda, precisamente, a sonreír ante los retos que esta plantea.